lunes, 19 de diciembre de 2011

De vuelta

Muy buenas a tod@s: Aquí estoy de nuevo dándole al teclado, hace
unas horas llegó el angelito éste con un regalito para todos los
mininos, pastillas para desparasitarnos internamente, cada cuatro meses la misma tortura, abrir la boca, que nadie de nosotros la abre
voluntariamente, nos cogen del cogote y nos abren las fauces de tal
manera que no tenemos la posibilidad de poder escupir esa maldita
pastilla, que no es que sepa precisamente a salmón ahumado o pollo, ahí la tienes en la garganta y más te vale tragarla rapidamente, porque si no, el bestia éste te la empuja con el dedo hasta..., pero mejor que sea así y no el veterinario quien te dé las apestosas pastillas, ellos si que no se andan con cuidado, ahí te abren la boca sin el más mínimo miramiento y ¡¡hale!! para dentro, si la escupes vuelven a empezar, pero todavía con menos miramientos que la primera vez. Al final de todo el proceso nos dieron una barrita de salmón con trucha, para quitarnos la porquería de sabor que nos queda en la boca. El caso es que ya estamos todos desparasitados hasta la próxima ocasión.
¿Y trastadas?, seguro que estais deseando saber si he hecho alguna de las mías, pues claro que si, ¡¡vamos faltaría más!!, hace un corto
tiempo aprendí a abrir las puertas correderas de los armarios, sobre
todo el de la habitación de Isaac, dentro te encuentras el más
maravilloso de los colchones, toda la ropa ordenada, doblada, apilada,
cuando te subes encima de todo el montón de ropa, sientes esa estupenda sensación de suavidad, el olor del suavizante en la ropa, todo mullido, ¿quién en su sano juicio se puede negar a tumbarse encima de semejante placer y pegarse una siesta como es debido?. A mi no desde luego. El problema viene cuando cierran la puerta, entonces si que es un problema.
Hace un par de noches, cuando ya estaban todos a punto de acostarse yo
seguía dentro del armario, la puerta se había cerrado y maullé para que se diera cuenta de que estaba dentro, pero hete aquí que en vez de mirar dentro del armario Isaac abre la ventana y me empieza a llamar, mientras yo le contestaba desde dentro del armario, hasta que el sordo (porque lo está y como una tapia), reconoció que la respuesta no venía del exterior de la casa, sino de dentro del armario, para cuando me sacaron había dejado la silueta de mi cuerpo sobre la ropa y también pelos, creo que éso no le gustó mucho a Isaac, tuvo que sacudir el jersey tan cómodo que había utilizado de colchón y posteriormente volver a lavarlo. De todas formas, el lugar es mío y sólo mío, cuando veo la más mínima oportunidad, abro la puerta y otra vez a buscar el lugar más apropiado para mis siestas. Y con la recién llegada, también he llegado a un acuerdo, a mi me dejan subirme al sofá, a la cama, a todos los sitios donde me salga de mis narices, a ella no. Por lo que cuando me subo, la incito a hacer lo mismo llamándola con mis patas delanteras, efectivamente a esta malcriada y mimada le falta tiempo para subirse y así echarnos una siesta juntitos, de todas las veces que lo hemos hecho, sólo nos han pillado una sóla vez. ¡¡Si el supiera!!. Las trastadas que hago y que llevan sin duda alguna mi firma, hago que parezcan que las haya hecho la enana recién llegada, el otro día sin ir más lejos, me meé en..., bueno, no lo digo porque hay cosas que un gato tan educado como yo no debe dar a conocer en todos sus detalles, pensando que después de haber dejado mi reguero echarían la culpa a Loura (quien todavía se hace pipí durante las noches), ¡Arg! no salió bien la jugada, me pilló quien ya sabeis, tiene la manía de que cuando hay silencio en casa siempre echa una mirada porque está seguro de que algo está ocurriendo y no precisamente bueno, y éso fue lo que ocurrió, me pillaron con las
patas traseras abiertas y soltando una meada de campeonato. Ví como la
fregona venía, se acercaba, por poco no me pegan un fregado integral con el artilugio de marras. Para cuando me pilló, lo cual a
conteció al poco de ser limpiada la meada, me tuvieron castigado durante dos horas en la habitación de los invitados, ¡¡menudo castigo!!, que te metan en una habitación, ¡¡con cama!!, de verdad que estos humanos son peculiares a más no poder. Os voy dejando, creo que nos vamos para cama porque ya ha empezado el ritual de ir saludando a todos y cada uno de nosotros, que si una caricia por aquí, un beso por allá, un arrumaco, un trozo de chuche, así que toca ir cerrando el ordenador e irme preparando para irme también a dormir, por supuesto encima de la cama, al lado de Isaac, mientras me lavo me acarician, me soban la barriga, me hace un sitio para que duerma junto a él. Después de todo, sabe que me gusta mucho compartir su sueño y el sentimiento es recíproco. Felices sueños. Beten.

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