Hola:
Ejem, ejem... Por fin el monstruo este ha dejado el ordenador un
rato, lo ha dejado abierto y encendido, así me ahorro el esfuerzo de tener que
hacerlo yo, porque con las patas me cuesta un poco el abrir el aparato de marras
y encenderlo, ya ni os cuento.
El caso es que ya hace un tiempo que
regresamos de vacaciones, por supuesto he tenido mi trauma post-vacacional, he
estado tan agusto en Galicia, después del regreso al horno de estos lares llegó
mi cumpleaños, ya hace dos años que llegué a esta casa, la verdad es que no me
puedo quejar, creo que muchos gatos no tienen tanta suerte como yo, la verdad es
que se agradece que tengan tantas atenciones conmigo, aunque tanta atención
puede pasarme algunos malos momentos, como ya os comenté en una anterior ocasión
me gustan mucho los palitos de cangrejo, sencillamente me empaché de tantos como
comí, y eso que me los controlaban, hasta que encontré el lugar donde los
escondían, abrir la puerta fue muy sencillo y bueno... Pues lo dicho, que me
puse malito, así que si no tuve suficientes mimos durante las vacaciones, me
colmaron de cuidados, mimos, arrumacos, besos. Hice lo posible para que el
malestar me durara unos cuantos días, pero al final todo se pasa y ya estoy
pletórico. Eso si, no me han dado más palitos. Habrá que esperar a una nueva
ocasión para que me den otra buena cantidad de chuches cangrejiles.
¿Y de
mis vacaciones, qué?. Como el año pasado me quedé sin ellas por haber hecho un
desgarrón en la caravana y como me porté muy bien en las vacaciones de febrero,
no quedó más remedio que llevarme también esta vez. La verdad no conocía el
norte, más concretamente Louro. Para mi ha sido todo un descubrimiento el poder
pisar la hierba, me pasaba gran parte del día corriendo por encima del verde. Lo
mejor, las temperaturas, no muy altas, ni muy bajas, incluso llovió dos días, lo
cual a cierto becerro le hizo mucha ilusión porque salió y se empapó como una
esponja, junto a el y como no podía ser menos las dos descerebradas que le
acompañan constantemente. Equis y yo contemplábamos atónitos como entraban en la
caravana y se secaban.
Conocí a un gato que andaba por el camping, había
varios, pero este en especial se acercó muchas noches para verme, por supuesto
que compartí mis cenas con el, la verdad es que no estaba para nada delgado, más
bien todo lo contrario, me comentó que come unas cosas raras de verdad, no sé
que me dijo de ciertos cubos de basura y que dentro de ellos encontraba toda
clase de exquisiteces, patatas cocidas, grelos, trozos de pulpo a feira,
sardinas, alguna que otra vez unos pimientos que evitaba comer porque decía que
unos pican y otros no, en fin, a día de hoy todavía sigo sin comprender muy bien
lo que me contaba porque mi paladar jamás ha degustado semejantes platos, a mi
entender que si venía a compartir la cena conmigo era porque le gustaba lo que
yo comía. Una cosa si que me llamó poderosamente la atención, el acento del
maullido de este gato, una cosa rarísima la entonación, parecía como si cantara,
no sé, una cosa muy rara, e incluso a veces pronunciaba los maullidos en
gallego, cuando hablaba en raro le pedía que me hablara en idioma gatuno
castizo, pero no, el erre que erre. Aunque lo más impresionante fue el gato de
unos franceses que llegaron, por Dios que exquisito el gato gilipoyas ese,
¡¡¡pero si era tan callejero como yo!!!, bueno, tampoco es que yo sea tan
callejero, nací en la casa de un comisario de policia, lo cual me confiere
cierto aire de glamour ¿o no?, pero ojo el postín que se deba el felino, cuando
se sentaba estiraba el cuello con cierto aire de superioridad, hasta que en un
momento dado le azoté un zarpazo, no le volví a ver más hasta que se largó, la
única palabra que me interpeló fue "bobó" con un acento ridículo.
El
resto de las vacaciones transcurrieron tranquilas, por supuesto os envío unas
fotos, siempre estoy encima de la encimera de la cocina de la caravana, primero
porque no hay cortina, segundo porque desde ahí oteo todo lo que se mueve por el
exterior. En verdad que es mi lugar favorito.
La primera, la tercera y la quinta foto soy yo. He intercalado
una foto de Equis, negro como el azabache, pero que brilla cual trozo de carbón
pulido. La cuarta, si, ya sé, no se distingue muy bien, pero la podeis agrandar
y vereis a Loura y Neima en la playa retozando como locas en el agua. Creo que
en nuestro ánimo está volver por allí cuantas veces sea posible, ya me encargaré
allá por el mes de mayo de pedir que nos saquen de nuevo de vacaciones para
rebajar el estress de la vida tan... minina que llevo.
Miaus cariñosos para todo el mundo.
Beten