lunes, 6 de junio de 2011

Mila, la intrusa.

Todo estaba bien hasta que apareció la gata. Yo era el bebé de la casa, el consentido, Todos los mejores bocados eran para mi, los mimos, los lugares para dormir todos eran míos, los escogía a mi gusto y según el deseo del momento, que si la cama tibia de mis padres en el frío invierno o el gavetero del cuarto con airecito acondicionado, que delicia! en las noches de verano. A veces el sofá cuando había alguna visita y quería enterarme de la conversación. Todo era para mi, todas las atenciones y la extensión de la casa hasta que llegó esa gata minúscula a quitarme todo, ladrona de afectos, bocados y rincones, que fastidio.
La escuché lloriqueando afuera una mañana de Viernes, hasta entonces solo sentí curiosidad pero al rato salió mi mamá para el trabajo y al contrario de lo usual de regresar ya entrada la tarde se apareció como a la media hora con aquella cosa chiquita y sucia en sus manos, yo no sabía lo que era porque no hacía nada, ni maullar, ni mover las patas, creo que apenas si respiraba. Y nada ahí empezaron los rollos porque cada vez que trabaja de acercarme a ver que bicho era aquel, mi mamá me apartaba, que me fuera de ahí y ya eso me empezó a enojar. La vi preparar un poco de leche y ponérselo en el hocico pero nada aquel esperpento no reaccionaba, así que tuvo que abrirle la boquita y pasarle un poquitico de lechita con una jeringuilla pequeña que si se tragó entonces. Ahhhhhh!!!! tan tonta por lo menos no era. Ahí mi mamá le dio un poco más y envuelta como la tenía en una ropa vieja de ella la puso dónde le diera el solecito que a esa hora de la mañana es bien agradable. Y yo queriendo ver y mi mamá que la velaba, echándome una vez y otra hasta que la cosa chirrió como quejándose y estiro una patica. Mi mamá saltó de alegría y yo supe ya que iba a odiarla, a la gata intrusa que vino a competir con el afecto solo mío de mi mamá y mi papá, adoptivos claro puesto que ellos son humanos y yo soy gato, yo tengo bigotes y el cuerpo llenito de pelos y ellos no, en fin, que tenemos muchas cosas diferentes y que probablemente algunos de ustedes conozcan pero ellos son mis papá que me criaron desde que tenía mas menos un mes, que ya soy un gato adulto que va para los dos años por Septiembre. Así que mi mamá estuvo rato velando a la bicharraca y yo gruñéndole cada vez que pude acercarme hasta que un poco mas segura de que Mila (pues así la llamó en el acto, verán, y a mi me cambiaron de nombre un par de veces, que si era hembra, que si macho después..) ya estaba reanimándose la puso a resguardo de mi en el patiecito y se fue a trabajar, Cuando vino a la tarde ya la muy gatuna maullaba y caminaba por todo el patio y hoy es mi calvario pues corre a comerse mi comida cuando me la sirven, con su media cuarta de largo y menos de alto ya la muy fresca se trepa al sofá y se acuesta dónde antes lo hacía yo, se encarama sobre mis papás que no escatiman cariños para ella y si oso gruñirle que creen que pasa? tremendo regaño me hacen. Nada, que soy un gato desgraciado, desplazado de todo por la gata hociquisucia esa. Mi mamá me habla y me dice que no la ataque, que yo no me acuerdo pero que tambien fui así un gato pequeñito y desvalido (para mi que son embustes!) y que ya llegaré con los días a quererla. Eso lo veremos odiada Mila.

1 comentario:

  1. Ay querido, ha llegado el horror a tu hogar!
    A mi me sucedió lo mismo con el ocupa de Carlitos, que se metió en mi casa, después de que yo fuera la única reina durante 10 años.
    ¡Odiosos ladrones de mimos!
    Saluudos!

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